LOS FALSOS POSITIVOS:
UNA NOTICIA CUESTIONABLE
Por: Juan Diego Restrepo E.
Juan Diego Restrepo E. es periodista y docente universitario. Autor de libros como Las vueltas de la Oficina de Envigado y Mutatá: conflicto, despojo y resistencia. También se ha desempeñado como editor del portal Verdad Abierta y columnista online de la revista Semana.
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El asesinato de civiles por parte de miembros de la Fuerza Pública, particularmente del Ejército Nacional, se convirtió en una de las más cruentas estrategias en Colombia para crear un clima favorable entre la opinión pública a favor de los resultados bélicos contra la insurgencia armada. El propósito, ya demostrado hasta la saciedad en los estrados judiciales, fue incrementar las cifras de operatividad presentando campesinos, obreros, estudiantes, conductores, comerciantes y desempleados como “guerrilleros caídos en combate”.
Para un país polarizado por la prolongada confrontación armada entre las guerrillas de izquierda y el Estado, el tema de las ejecuciones extrajudiciales, es decir, asesinatos por fuera de combate y contra la población civil con el propósito de mostrar efectividad, radicalizó las posiciones de quienes estaban en bandos ideológicos opuestos. Entre unos y otros quedaron los medios de comunicación, cuya función, por lo menos en el papel, es informar con responsabilidad sobre lo que ocurre en el país y en el mundo.
¿Cómo registraron las noticias que se desprendían de hechos relacionados con los llamados ‘falsos positivos’ los principales canales de televisión nacional? Esa pregunta es la que plantea el documental Detrás de los medios / Los falsos positivos, realizado por Producciones El Retorno. Tal como sus realizadores lo explican, “este trabajo documental es un recorrido por las informaciones que circularon en los medios sobre el denominado ‘escándalo de los falsos positivos’ en Colombia, durante los meses de septiembre de 2008 y febrero de 2009”.
A través de una serie de segmentos de noticieros, el documental va dando cuenta de distintos hechos relacionados con situaciones en las que perdieron la vida ciudadanos colombianos a manos del Ejército Nacional. Lo primero que quisiera destacar es la manera como los canales privados de televisión Caracol y RCN se disputaron la exclusividad de la noticia, pese a que desde años atrás el fenómeno venía siendo denunciado de manera reiterada por distintas organizaciones no gubernamentales defensoras de derechos humanos tanto nacionales como extranjeras.
Otro de los aspectos a resaltar de este documental es la presentación del tema como “un escándalo”, creando a su alrededor un entorno de sorpresa por su ocurrencia, cuando la realidad estaba más allá de ello y muchas comunidades afectadas por esas estrategias padecían esa tragedia desde hacía varios años. Así lo han demostrado no solo los jueces de la República, que han sentenciado a miembros de la Fuerza Pública por esas acciones, sino integrantes del Ejército que han confesado sus prácticas contra civiles y exparamilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) que colaboraron en la perpetración de esos crímenes.
Uno de los factores que queda plasmado en los segmentos de los noticieros expuestos en el documental es la visión centralista que le imprimen los canales privados desde Bogotá a la información que producen y difunden. Bastó que el fenómeno de las ejecuciones extrajudiciales ocurriera en las goteras de la capital de la República para que el tema fuera agendado en los informativos. El caso de los jóvenes de Soacha, cuya desaparición se presentó a finales de septiembre de 2008 y su posterior aparición, muertos, en zona rural de Ocaña, en Norte de Santander, dos días después de su denuncia, marcó por varios meses la agenda informativa, como si con este caso se iniciara el fenómeno macabro de matar civiles y presentarlos como guerrilleros.
¿Por qué no atendieron las denuncias de las organizaciones no gubernamentales que venían reclamando por esas prácticas por lo menos desde el 2006? ¿Qué llevó a los noticieros a esquivar el tema a pesar de la contundencia de las evidencias que se presentaban, quizás una actitud estigmatizadora contra esas organizaciones a las que califican soterradamente de izquierda para deslegitimar sus denuncias? Lo cierto es que, repito, se necesitó que la tragedia tocara las goteras de Bogotá para que los medios se interesaran en el tema. Allí no había Ongs ni activistas de derechos humanos, eso contribuyó a su cobertura.
Pero la paradoja que expone Producciones El Retorno en su documental es que uno de los canales privados, RCN, en sus resúmenes de fin de año de 2008, seleccionó en segundo lugar a la Fuerza Pública como su “personaje del año número dos”, exaltando su labor en todo el país, concluyendo que en ese año se habían dado “los mejores resultados de la historia”, lo que era muy importante, pues convencía “a la opinión pública que sí era posible ganar la guerra”.
Por los noticieros pasaron las voces de los militares, siempre en posición defensiva, de víctimas, a quienes se sumó el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, quien, en algunos escenarios, llegó a sostener que las ejecuciones extrajudiciales de las cuales se acusaba a la Fuerza Pública era una estrategia para “deslegitimar” al Ejército en la cual estarían participando miembros de grupos armados ilegales.
Lo curioso es que el mismo mandatario decidió remover de sus cargos a 25 uniformados, 19 oficiales y 6 suboficiales, porque de sus guarniciones militares se tenían informes que indicaban la ocurrencia de
ejecuciones extrajudiciales. Esos contrastes quedaron consignados en el documental, como constancia de una acción efectiva del Gobierno contra aquellos que actuaron por fuera de la ley. Lo que se quiso demostrar también es que eran casos aislados, descartando de esa manera cualquier sistematicidad. Y a eso también le jugaron los medios de información.
La metodología audiovisual de Producciones El Retorno para construir su concepto de Detrás de los medios sobre el tema de los llamados ‘falsos positivos’, a través de segmentos de noticieros sin mediadores que planteen reflexiones sobre lo abordado, es una manera arriesgada de depositar en el espectador la responsabilidad de las conclusiones, dependiendo de dónde se ubique para leer los elementos expuestos.
Por eso este material es invaluable. Llevarlo a distintos escenarios de discusión, con público diverso, ofrece un excelente punto de partida para un debate amplio sobre el papel de los medios de comunicación en un país como Colombia, donde la polarización ideológica también pasa por las pantallas de los televisores y se alimenta de lo que allí se muestre, o se deje de mostrar.
> Fotografía: Movilización de las víctimas de crímenes de Estado. Monteria, Córdoba. 6 de marzo de 2012.
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